Opinión | Crónica Política

Nada de ocurrencias

Es bueno, en opinión personal, dejar claras desde un principio tanto las cosas como los puntos de vista. Y no es una figura retórica, sino la reflexión acerca de las propuestas de la oposición frente a las intenciones de la mayoría, conceptos ambos, naturalmente referidos al Parlamento. Y que se formulan tras conocerse las intenciones de los dos grupos que se enfrentan al de la mayoría: efectivamente no suenan a ocurrencias si no a propuestas. Que, aceptadas o no, pueden ser útiles y desde luego son razonables.

Véase, por ejemplo, las del PSdeG. Su portavoz, el señor Besteiro, ha sido claro: objetivos fundamentales para la izquierda socialdemócrata serán servicios públicos trascendentales como la sanidad, la educación y las políticas sociales. No sólo es lógico, ese es el papel de la oposición y promover ideas que puedan servir a la sociedad en su conjunto y, de paso, también a los gobiernos, a pesar de que estos nunca lo reconocerán. El fondo de la cuestión es la utilidad general que puede convivir con la ideología siempre y cuando ésta no se plantee como la principal de todas las prioridades.

El BNG, a su vez, tiene la misma obligación que su colega de oposición. Pero –obviamente– más responsabilidad ante la opinión pública. Su tarea, es sobre todo y ante todo, controlar en este caso a la Xunta, pero su realidad actual de alternativa debe complementarse con el ofrecimiento de posibilidades diferentes y en teoría alcanzables alguna vez.

De ahí que el nacionalismo gallego haya seguido, curiosamente –y para algunos, sorprendentemente– la línea anglosajona de formar lo que los ingleses y norteamericanos llaman un “shadow cabinet”, es decir, un “gobierno en la sombra”. Algo paralelo a lo que es el ejecutivo real, pero que formula variantes a las decisiones del que tiene el poder. Y eso es, exactamente, lo que debe hacer: dar alternativas teóricas a las decisiones tomadas por el ejecutivo.

En definitiva, la esencia de lo que se expone es común en los estados democráticos, o comunidades, en las que conviven España y Galicia. Lo igualmente esencial es que no se confundan, ni por unos ni por otros, las opiniones u obligaciones con las ocurrencias. Ni con la tentación, frecuente en los duelos dialécticos parlamentarios, de confundirlas –ocurrencias, claro– con las propuestas, como suele hacerse por desgracia aquí. La oposición, en el Hórreo, hace lo que debe, como lo hace la Xunta. Cada uno en su papel y ojalá que el acierto en todos.